En una de las épocas más álgidas de la guerra fría se reunió en Ginebra una conferencia para determinar los sistemas de control de las armas y fuerzas nucleares.
En esta conferencia se pusieron de acuerdo los científicos norteamericanos y los soviéticos. La controversia surgió cuando se trato de precisar La política que se debía adoptar en el uso de los controles sobre los que se habla establecido el acuerdo.
Las ciencias positivas, cuyas conclusiones pueden ser constatadas por la observación positiva, son un instrumento de unión y de diálogo entre personas de diferentes ideologías.
Las ciencias sociales hablan sido consideradas, hasta fines del siglo pasado como ciencias especulativas y normativas. Ellas no debían dar los principios abstractos, las definiciones universales y metafísicas y los juicios de valor para la acción concreta. Se pretendía que todas las ciencias sociales emplearan categorías absolutas. Que definieran las verdades absolutas sobre la sociedad y que dijeran que' es bueno y que' es malo en política, en economía, en administración, en asistencia social, etc.
Las teorías absolutas sobre la sociedad inundaron La literatura de fines del siglo pasado y principios del presente. Fue el auge de la filosofía social. Comte y Marx son dos exponentes clásicos de este movimiento.
Sin embargo, por esta misma época comenzaron a surgir algunos científicos positivos dentro de las disciplinas sociales. Se comenzó a tomar conciencia de que la sociedad era una realidad objetiva que podía analizarse sin necesidad de recurrir a los juicios de valor, a las abstracciones metafísicas. Muchos de estos científicos cayeron en el positivismo que es una posición filosófica. Como sucede generalmente, el descubrimiento del valor de lo positivo, de lo observable empíricamente deslumbró a los descubridores y quisieron generalizar. No se podrá' admitir sino lo que pueda constatarse por los sentidos. Ante esta generalización gratuita Se reaccionó, si no con oposición, lo menos con desconfianza respecto de las ciencias sociales positivas.
Los que participaban de culturas en las que los valores especulativos estaban muy en alto, se sintieron lesionados. En este tipo de culturas -por ejemplo, en los pueblos latino- las ciencias positivas se miraron con recelo y, por esta razón entre muchas otras, se descuidaron. Se cayó en el extremo de desperdiciar lo bueno que tendría el enfoque positivo de las ciencias sociales.
En Colombia, hemos resentido profundamente esta reacción. Culturalmente, los valores especulativos y normativos tienen una alta categoría. Esto explica el florecimiento de los filósofos, los políticos, los moralistas dentro de nuestra intelectualidad. Florecimiento necesario y constructivo pero no suficiente para el progreso integral: espiritual y material.
Los científicos sociales que trataron de hacer análisis positivos sobre la realidad social poco a poco se apartaron de sus posiciones filosóficas positivistas, la afirmación de lo empírico no implicaba la negación de lo especulativo. En este momento los científicos que tenían ideologías especulativas, los no positivistas tuvieron entrada al dominio de la ciencia social positiva. No importaba la ideología diferente para coincidir en la observación y análisis de una misma realidad. Sin embargo, la objetividad empírica exige una accesis intelectual y temperamental.
Accesis que es muy difícil de adquirir sin un proceso lento y sin una disciplina universitaria orientada en este sentido. Accesis que no tiene por objeto el despojar a la persona de sus creencias y de sus propios juicios de valor. Accesis que debe lograr que estos y aquellas no deformen el análisis objetivo.
En Colombia, las entidades docentes que tienen este enfoque de objetividad en el dominio social son muy recientes. Los graduados en el exterior dentro de esta disciplina son aun escasos.
Sin embargo, las poblaciones, especialmente extranjeras, que aportan contribuciones a la ciencia social positiva, no han sido ajenas a los que tradicionalmente se han ocupado de los problemas sociales en nuestro país: los políticos, los abogados, los moralistas, etc. Los intelectuales colombianos han sido inquietos y diligentes. Se han tomado el trabajo de aprender lenguas extranjeras y suplir así lo que ha faltado en cuanto a traducciones o a obras originales en castellano. Inclusive han traducido si no libros, por lo menos frases completas hasta en alemán, con el objeto de comprender las nuevas orientaciones e ilustrar a sus conciudadanos que no poseen las mismas facilidades lingüísticas. Pero esto no basta. Es muy difícil llegar a ser autodidacta en aquellas disciplinas en las cuales no se necesita solamente conocimientos sino accesis y disciplina mental diferentes.
Ante unos análisis que no pretenden ser filosóficos ni normativos, nuestros científicos autodidactas reaccionan siempre pidiendo "que el escritor se pronuncie". Que no se contente con analizar y con exponer. Que diga si es bueno o es malo, que diga sí esta' de acuerdo con las verdades metafísicas o no.
Esta exigencia muestra que no basta haber leído para cambiar una actitud mental. Que no son suficientes los libros. Que se necesita un proceso, una disciplina y una accesis intelectual.
Claro esta que plantear una situación, describir una realidad no es suficiente para resolver un problema. Pero no es menos cierto que ninguno se solucionará seriamente sin el conocimiento objetivo de los elementos en los que se base. Aquí esta' precisamente el fundamento del sociólogo.
La política y la filosofía dividen hoy al mundo en fuerzas antagónicas y radicalizadas. Los problemas sociales y sus soluciones están en la base del conflicto. ¿Por qué no buscar en los análisis objetivos y científicos de la realidad un punto de contacto, un vehículo para el diálogo?
Solamente los enemigos del diálogo sincero pueden oponerse a estas disciplinas científicas positivas. Enemigos del diálogo por ignorancia, por salvar privilegios, por evitar que salgan de su control los que tratan de cultivar una ciencia que no depende de las categorías tradicionales, aunque tampoco esta' contra ellas.
¿Si se hacen planteamientos reales, no es esto contribuir a que los políticos, los moralistas, los dirigentes puedan dar soluciones mas acertadas, de acuerdo con la ideología de cada uno?
Y si el que descubre la realidad es un campesino, un político, un militar, o un sacerdote, ¿qué diferencia hay? La realidad positiva puede ser descubierta por individuos de diferente ocupación y de diferente ideología. ¿Y Si descubre una realidad que se puede constatar por la experiencia, por la investigación, debe callársela porque la gente no esta' habituada a que se presente sin añadirle juicios de valor?
Es cierto que la verdad da libertad. "La verdad os hará' libres" nos dijo Jesucristo. Y La libertad de ciertos estamentos sociales, antes totalmente sometidos, puede ser peligrosa para los que dominan. Dejemos que sacerdotes, militares, abogados y todo ciudadano trate de analizar la sociedad. Discutamos con ellos sobre la verdad de esos análisis. Dejemos que la política y la moral se basen en el estudio y no en la intuición.
El juicio sobre las intenciones dejémoslo a Dios y aprovechemos de lo que puedan tener de verdad los planteamientos. Precisamente La distinción entre ciencias positivas y ciencias normativas es lo que permite pedir "!Científicos de todas las ideologías, unios¡" Unios en torno a las constataciones empíricas que no se pueden negar.
Esta unión en torno a lo positivo es el comienzo de un diálogo que no implica claudicación, que no supone vencedores ni vencidos, que puede ser un germen de paz.