Quiero agradecer a todos los sindicatos aquí presentes y a quienes asisten a esta reunión la oportunidad que me dan de poder interpretar y exponer los deseos de tantas personas, tratar de sistematizarlos con todos ustedes y profundizar en las razones supremas que tiene el pueblo colombiano para buscar un cambio fundamental en nuestras instituciones y especialmente en nuestra estructura política del poder.
En primer lugar, es importante que nosotros precisemos por qué es necesaria la revolución; en segundo lugar, en qué debe consistir la revolución, y en tercer lugar, cómo debe participar la clase obrera en la revolución.
La revolución no es simplemente una palabra de moda, una palabra popular:
Cuando nosotros nos damos cuenta de que en este momento en Colombia, se han concentrado el poder político, el poder cultural, el poder eclesiástico, el poder militar, en unas mismas manos y cuando nos damos cuenta que esas manos no representan a las mayorías sino a las minorías y cuando nos damos cuenta que aquellos que representan esas minorías -en las cuales las mayorías no se ven reflejadas- son los que tienen el poder político y el poder de decidir sobre las transformaciones fundamentales del país, entonces tenemos que llegar a la conclusión de que esa minoría no puede seguir decidiendo.
¿Por qué? Porque esa minoría siempre irá a decidir de acuerdo con los intereses de su propio grupo y no de acuerdo con los intereses de la mayoría.
Nosotros encontramos que muchas veces hay individuos quienes por apostolado o por amargura o por condiciones especiales podrían tomar decisiones en contra de su propio grupo y por eso aspiramos a que personas de la clase burguesa, a que los intelectuales, los sacerdotes, los militares, muchas veces adopten posiciones que no estén de acuerdo con los intereses tradicionales de su grupo. Sin embargo, esto que nosotros esperamos de las personas no lo esperamos de los grupos a que pertenecen esas personas. Y lo esperamos de las personas porque si no tendríamos que excluir a cualquier persona de extracción burguesa para que participara en la revolución.
A mí mismo, pues soy por algunos aspectos, desgraciadamente, de extracción burguesa y pertenezco también al grupo clerical, por algunos aspectos también desgraciadamente. Tendríamos que excluir a cualquier persona de buena voluntad, a cualquier militar de buena voluntad, a cualquier burgués; sin embargo dentro de ellos podemos encontrar personas que pueden colaborar en la revolución. Nosotros les exigiremos, naturalmente, que aquel que siendo de extracción burguesa y por lo tanto sospechoso, al estar embarcado en un proceso semejante, tendrá que darnos pruebas muy concretas de que no es por oportunismo, de que no es por ascender, de que no es por escalar posiciones que quizá dentro de su propio grupo le han sido negadas; que es para servir a la clase popular. Por eso le tenemos que exigir pruebas a los elementos de la clase burguesa, a los militares, a los eclesiásticos, a los intelectuales, a gente de clase media, a los profesionales que entren a engrosar las filas; pero no simplemente con bonitas palabras, no simplemente expresando sus buenas intenciones sino exponiendo su pellejo, exponiendo algo personal: ya sea el dinero, ya sea la tranquilidad, etc. Y por eso yo consideré indispensable para mi vocación sacerdotal, para mi vocación revolucionaría el dar una prueba de que estoy dispuesto a servir a la causa del pueblo. Porque cuando se me planteó el dilema de seguir en la disciplina clerical o de continuar la lucha revolucionaria yo no podía dudar; porque de otra manera hubiera sido traicionar la revolución, traicionarlos a ustedes.
Como muy bien me lo dijeron los obreros de Medellín: usted tiene que seguir adelante. Y entonces no tuve ni un momento de titubeo para sacrificar algo para mí muy querido, muy profundo como era el ejercicio exterior de mi sacerdocio.
Esto quisiera yo que valiera como prueba de mi sinceridad. Pero es necesario que ustedes me sigan exigiendo, como he de seguir exigiéndoles a todos los que están en el mismo proceso y son de extracción burquesa.
¿Y hasta dónde van a exigir? Tienen que exigir hasta las últimas consecuencias. Porque la lucha revolucionaria no es una lucha cualquiera: es una lucha en la cual no se comprometen horas; en la cual no se comprometen pesos. Es una lucha en la que hay que comprometer la vida misma. Podemos aceptar que haya personas amigas de la revolución, aficionados a la revolución; pero para aceptar a alguien como revolucionario tenemos que exigirle que sea revolucionario de tiempo completo.
Como decíamos, debemos aceptar que haya miembros de grupos distintos a la clase popular y que van en muchas ocasiones en contra de su grupo; pero al grupo mismo sería absurdo exigirle que fuera contra los intereses de su grupo.
Nosotros podemos encontrar obreros traidores a la clase obrera pero sería difícil aceptar que todo un grupo obrero está yendo contra los intereses de su mismo grupo y lo mismo sucede con el grupo que forma la clase dirigente. Puede ocurrir que en ocasiones veamos a algunos individuos tomando decisiones en contra de su grupo pero eh grupo mismo nunca va a tomar decisiones en contra de él mismo.
Y aquí encontramos por qué es necesario reemplazar al grupo en el ejercicio del poder, al grupo minoritario, al grupo de las clases dirigentes. Porque un grupo minoritario, en un país como el nuestro, tendrá una gran cantidad de intereses opuestos a los de las clases mayoritarias y si de él dependen las decisiones nosotros veremos que las decisiones se adoptan sistemáticamente en favor del grupo minoritario y en contra de las mayorías. Porque cuando hay un conflicto de intereses naturalmente el que -como dicen- "tiene la sartén por el mango", el que tiene el poder en sus manos, decidirá en favor de él mismo, en favor de su propio grupo.
A veces se nos presenta el problema colombiano como un problema técnico: se hacen exposiciones muy eruditas, muy detalladas, mostrando las estadísticas, mostrando las soluciones; cómo podría arreglarse cl problema de nuestras importaciones, cómo podría arreglarse el problema de nuestra moneda. Y se nos pueden hacer disquisiciones muy exactas, muy doctas, muy llenas de sabiduría, pero ¿por qué se deja así al pueblo? ¿Por qué se hacen programas de televisión, se hacen libros, y se hacen trabajos y se presentan en los periódicos los problemas agrarios colombianos y su solución y se nos muestra en una forma muy nítida, muy clara en dónde está la solución de nuestro problema agrario y en dónde está la solución de nuestra industrialización, cómo podríamos llegar a industrializamos; y se nos muestra cómo el problema de viviendas puede ser solucionado y se nos muestra cómo se puede estabilizar la moneda, y sin embargo los problemas no se resuelven en la realidad? Todo esto se nos muestra, y ¿por qué el pueblo sigue indiferente a todas esas soluciones teóricas, sigue indiferente inclusive ante planteamientos tan científicos, tan verdaderos, tan exactos? ¿Por qué el pueblo sigue indiferente ante la constitución de una comisión de alto nivel, o de medio nivel o de altísimo nivel? ¿ Por qué sigue completamente indiferente?
Porque sabe que el problema no es tener las soluciones sino que nosotros tenemos las soluciones pero las soluciones no se quieren aplicar. No es falta de soluciones, no es falta de técnica, no es falta de conocimiento de los problemas y de las soluciones. Y por eso nuestra clase dirigente, nuestra oligarquía, es tanto más culpable cuanto que tiene las soluciones en sus manos y no quiere aplicarlas.
Muchas veces en la gran prensa se me ha dicho que no estoy planteando nada nuevo y creen que eso es un ataque serio contra mí. Esto es en realidad una de las mayores ponderaciones tal vez la mejor manera de alabarme. Porque es cierto: no estoy planteando nada nuevo. Ustedes saben las cosas que yo voy a decir, el país lo sabe. Pero ese ataque que se pretende hacerme, de que yo no estoy diciendo nada nuevo, ese ataque se vuelve contra ellos; porque esto lo saben los científicos, lo saben los sociólogos; y no estoy diciendo nada nuevo.
Tal vez la novedad consista en que lo diga en público y me juegue la sotana para sostenerlo, eso sí puede ser nuevo; pero lo que digo no tiene nada de nuevo. Entonces ¿qué es lo que pasará? Que al decirme que no estoy diciendo nada nuevo y si lo viejo que estoy repitiendo ha suscitado tanto entusiasmo eso es una acusación contra la clase dirigente.
Si lo que digo es viejo, si el decir que el poder está concentrado en pocas manos y que los que tienen el poder no lo están utilizando para las mayorías, si eso es viejo entonces son tanto más culpables los que conocen el problema y no son capaces de solucionarlo.
Soluciones no nos faltan: hablemos con el hombre de la calle, con el chofer de taxi, inclusive con el limpiabotas, hablemos con el campesino y, en términos tal vez no muy científicos pero sí llenos de sentido común, nos dirá en cinco o seis frases dónde están las soluciones de nuestro país. Esto lo puede hacer cualquiera y por eso la clase dirigente está desconcertada: porque ya sabe que no convence a nadie con plantear soluciones.
Y por eso nos sentimos todos tan profundamente engañados cuando se canceló un movimiento popular como el paro del 25 de enero para enterrarlo con entierro de pobre, para hacer que se resolviera en una comisión de alto nivel para plantear soluciones. Como siempre en Colombia, y como siempre en cualquier situación difícil creemos que la solución está en nombrar comisiones para que estudien las soluciones en nombrar comisiones para tratar de aplazar las soluciones de los problemas porque las soluciones ya se conocen; en nombrar comisiones para pasarle la responsabilidad a unas personas que participaban del poder y que ya habían podido desde antes poner las soluciones.
Personas que habían intervenido, inclusive en la aprobación del impuesto a las ventas entraban en la gran comisión, en la comisión de alto nivel, no me acuerdo cómo llamaron esta comisión, para hacer el ponqué tributario y hacer una serie de cosas que al pueblo lo dejan frío e inclusive hostil porque el pueblo sabe que las soluciones adoptadas por las minorías irán en contra de sus intereses.
Y sabe que el ponqué tributario tan minuciosamente estudiado era un ponqué para las oligarquías pero un tributo para la clase popular. Ellos organizaron quién contribuiría a hacer el ponqué pero la clase popular sabía quién se lo iba a comer.
De manera que no es por falta de soluciones que andamos tan mal, sino porque los que tienen el poder no quieren decidir; ¿ y quiénes son los que tienen el poder?
Muchas veces nos ensañamos contra el Presidente de la República, contra los ministros o contra los parlamentos pero especialmente contra el Presidente. Claro que él también es culpable de que las soluciones no se apliquen pero el Presidente es un hombre indefenso dentro de una cantidad de grupos de presión que hacen lo que quieren con él y por eso nuestro movimiento no debe pensar en un Presidente porque ese Presidente subiría dentro dcl sistema actual y aunque haya planteado temas revolucionarios, ese Presidente dentro del sistema actual tendrá que someterse a las mismas presiones, a los mismos grupos, al mismo sistema que está a favor de las minorías y en contra de las mayorías.
Y por eso cuando se me ha preguntado si yo abandoné el ejercicio de mi sacerdocio para ser candidato a la presidencia de la República en las próximas elecciones he contestado enfáticamente que no; eso sería una traición al movimiento revolucionario y he contestado también que nosotros no podemos ir a hacerle el juego a las oligarquías metiéndonos en su sistema electoral, controlado por ellas, no podemos participar en esa comedia de democracia en la cual desgraciadamente la clase popular ha venido representando un papel que la desfavorece y que no favorece sino a las clases privilegiadas.
Entonces no se trata de elecciones bajo ese sistema, no se trata de presidencia de la República; se trata de transformar el sistema de la base hacia arriba en una forma fundamental y sostener que la clase popular no se vuelva a dejar engañar con el mito de las elecciones mientras no sea la clase popular la que controle el sistema electoral y mientras no sea la clase popular la que va a presentar un programa de cambio fundamental de las instituciones resquebrajando el sistema político del poder actual y teniendo a las mayorías como grupos de presión principales, como grupos que determinen la política y las decisiones gubernamentales.
Creo que ya hemos hecho muchas veces la carrera de que la oligarquía cuando está miedosa comienza a tendernos la mano y trata de que pisemos la cáscara entrando por un sistema, entrando en sus garras y acabarnos definitivamente.
Ya tiene la oligarquía experiencias muy duras en cuestiones electorales. A veces se nos olvida lo que sucedió con Jorge Eliécer Gaitán, quien fue rechazado por el partido liberal y por el directorio liberal y toda la maquinaria electoral se puso contra él y sacó menos votos que Gabriel Turbav, como ustedes se acordarán, pero la presión popular fue tan grande que se les salió de las manos a este sistema, al sistema controlado por las oligarquías, y en las siguientes elecciones obtuvo una mayoría del liberalismo a su favor y entonces se dio cuenta la clase dirigente que había ido demasiado lejos en ese juego, que había llegado inclusive a perder el control del electorado y que la maquinaria había fallado y por eso no le quedó más recurso que el homicidio para terminar con el movimiento popular.
Es posible que ahora la posición de los revolucionarios, cuando vemos claro y no vamos a entrar en ese juego, sea peligrosa. Pero nosotros no podemos ser cómplices en la comedia democrática que está representando nuestra oligarquía. No podemos ser cómplices y por eso tenemos que ver cuáles son los medios realmente revolucionarios.
Porque actualmente la clase popular aporta una mayoría en ci ingreso nacional -ustedes saben que la clase obrera aporta ella sola el 35% del ingreso nacional- ¿por qué recibe tan poco de ese ingreso? ¿por qué la clase obrera y campesina que tiene esa virtud que expresaba tan bien el mismo Jorge Eliécer Gaitán, de que ha sido superior a sus dirigentes: por su conciencia, por su ánimo de lucha, por su fortaleza? ¿por qué la clase popular no tiene el poder, no tiene la fuerza?
Porque nos han faltado dos cosas esenciales que nosotros tenemos que lograr a marchas forzadas. Porque es importante que de estas conferencias no quede solamente el entusiasmo, no quede solamente una esperanza, sino debe quedar un derrotero de lucha, que puede ser dura, oscura, disciplinada. ¿ Cuál va a ser la labor indispensable para lograr que la clase popular se tome verdaderamente el poder en Colombia?
En primer lugar una de las primeras condiciones es lograr que la clase popular tenga una conciencia común. Si nosotros no tenemos objetivos comunes, nos vamos a dividir. Acuérdense ustedes de ese cuadrito que le muestran a uno en el cual hay dos burros tratando de comerse un montón de pasto cada uno y cada cual halando para su lado y ninguno de los dos puede comerse el montón hasta que no se pongan de acuerdo en el objetivo. Si nosotros no nos ponemos de acuerdo en los objetivos vamos a marchar dispersos, cada uno por nuestro lado; vamos a marchar divididos los católicos de los no católicos, divididos los izquierdistas de los derechistas, el pueblo liberal del pueblo conservador, los campesinos de los obreros; divididos los de una central sindical en contra de otra central sindical.
Por eso tenemos que poner una plataforma mínima, en la cual estemos de acuerdo y por la cual vayamos a luchar. Por esa razón hemos repartido esta plataforma de unión popular que unifique en primer lugar por encima de las ideologías y de las religiones. Es cierto que nuestro pueblo es en su mayoría católico; yo diría que más que católico es un pueblo de bautizados, porque si la esencia del catolicismo como la esencia del cristianismo es el amor, tanto que San Pablo nos dice que el que ama a su prójimo cumple con la Ley, no tendríamos un pueblo despedazado por la violencia, un pueblo en que se oprima a las viudas, a los huérfanos, a los pobres, en que no está reinando el amor en las instituciones. Aunque nosotros tenemos leyes para todo, porque en Colombia hay leyes para todo, la aplicación de esas leyes no se hace en virtud del amor al prójimo sino en virtud del egoísmo del grupo.
Entonces podemos decir que es un pueblo de bautizados y que el 96% de católicos que se inscriben en los censos es porque han recibido el bautismo; pero quizás muchos de los que estamos ahí inscritos no hemos logrado realizar el amor al prójimo, esencia de nuestra religión.
Entonces tenemos que pasar por encima de las diferencias religiosas; una vez más repito que nosotros no podemos seguir peleando por una cantidad de cosas que nos dividen y dejando de ponemos de acuerdo en las cosas que nos unen. Como en muchas ocasiones lo hemos dicho. ¿ Para qué nos ponemos a pelear nosotros los católicos con los comunistas, con quienes podemos decir que tenemos más antagonismos, sobre si el alma es mortal o es inmortal, en lugar de ponernos de acuerdo en que el hambre sí es mortal?
¿ Para qué ponernos a pelear sobre si la Iglesia católica es la verdadera o si debemos acabar con ella mientras lo que pasa es que los sectores reaccionarios, tanto de esa Iglesia como fuera de ella, están luchando contra nosotros? Mientras nosotros estamos discutiendo si hay que expropiar los bienes eclesiásticos o si no hay que expropiarlos, estamos pernil-tiendo que a la mayoría de los colombianos se les expropien sus bienes. Porque seguramente los mismos católicos que querernos tener una Iglesia pobre no vamos a pelear con los que están contra una Iglesia rica.
Debemos ponemos de acuerdo en las cosas que nos unen por encima de las religiones, por encima de la filosofía, por encima de las discusiones que no conducen a nada. Como lo decíamos también en otras ocasiones, nos parecemos a los que mandaban en el imperio de Bizancio -por eso las discusiones que no sirven para nada se llaman discusiones bizantinas- porque mientras los turcos estaban en las puertas de Constantinopla listos a tomarse la ciudad, los teólogos estaban discutiendo sobre el sexo de los ángeles; y nosotros mientras tenemos los precios subiendo, mientras tenemos el Frente Nacional consolidado y haciendo a su arbitrio lo que quiere en contra de la clase popular, mientras tenemos una clase dirigente unificada que utiliza la prensa y todos los medios de comunicación, que utiliza a la Iglesia y al ejército en contra de la clase popular, nosotros estamos discutiendo por una cantidad de diferencias, por cosas que no nos atañen directamente y que no son los objetivos inmediatos de la revolución.
Por eso la plataforma de unión popular no debe entrar, y es lo que yo he pretendido, en terreno ideológico, ni en terreno filosófico, ni religioso y por eso ustedes han Visto que la reacción de la oligarquía ha sido presionar a la jerarquía católica para que inmediatamente diga que allí hay cosas contra la doctrina pero nunca ha precisado esos problemas doctrinales. Es natural que traten de demostrar que esta plataforma puede ir contra la conciencia de los católicos, pero creo que los católicos podemos seguir tranquilos porque, hasta ahora, la jerarquía no ha dicho en qué está fallando doctrinalmente la plataforma. De manera que podemos seguir adelante, de esa plataforma podría decirse que es la plataforma de la democracia cristiana o que es la plataforma de la FUN (Federación Universitaria Nacional) o que es la plataforma de los sindicatos cristianos de la CLASC (Confederación Latino-Americana de Sindicatos Cristianos), o que es la plataforma del partido comunista, o que es la plataforma de los sindicatos de Coltejer, - porque todos ellos la han adoptado.
Pero tiene también de característico esta plataforma que no es de ningún grupo político en particular, y es que el que quiera puede adherirse a ella; a pesar de que eso ha escandalizado mucho yo he sostenido y creo que los que estamos en este movimiento tenemos que sostenerlo, que todo el que quiera, si es colombiano y es patriota, puede adherirse a ella y lucharemos junto a Cl. Si la Alianza Popular se quiere adherir la recibimos con los brazos abiertos, si el partido comunista se quiere adherir lo recibimos con los brazos abiertos, si se quieren adherir los del MRL o los liberales que quieren hacer algo nuevo, o los conservadores que quieren cambiar al país, o la democracia cristiana, a todos ellos los recibimos porque la plataforma no es patrimonio de un solo grupo sino debe ser y eso es a lo que yo aspiro, patrimonio de toda la clase popular.
Este movimiento alrededor de la plataforma no es naturalmente un movimiento "anti", no está en contra de ningún partido revolucionario, ni en contra de ningún individuo revolucionario; nosotros no somos anticomunistas, no pueden decir que somos comunistas tampoco, somos revolucionarios y creemos que dentro de los revolucionarios caben los comunistas, caben los católicos, cabe el pueblo liberal y cabe el pueblo conservador, la alianza nacional popular y la democracia cristiana. No pretendemos exclusivamente para nosotros el patrimonio de la revolución porque así como la plataforma de unión popular es patrimonio de la clase popular tenemos que admitir también que la revolución no es patrimonio de ningún grupo, sino patrimonio de la clase popular colombiana.
Por lo tanto, podemos seguir esta plataforma y podernos en nombre de ella reiterar nuestro decreto de guerra a muerte como lo hizo el Libertador. Podemos decir que cualquiera que sea revolucionario venga de donde viniere es amigo nuestro y cualquiera que sea antirrevolucionario venga de donde viniere es enemigo.
Además esta plataforma no debe estar ligada a un nombre; en la misma exposición de motivos se pide que la revolución no esté ligada a un nombre sino a una serie de principios, y respecto a mi cargo particular es importante que cada día vayamos despersonalizando porque la plataforma ha sido distribuida en mi nombre y para mí es un orgullo enorme haber contribuido en algo a la unificación de la clase popular, para que la clase popular llegue al poder; pero además de la conciencia que la plataforma va a crear y de la conciencia que va a crear el periódico de la clase popular, es necesario que surjan líderes, nuevos líderes, entregados. capacitados, listos para la lucha, y sobre todo una organización que pueda financiar y defender el periódico.
Porque el periódico de la clase popular que estamos preparando tiene que ser "la voz de los hombres sin voz", como decía el Abate Pierre de su revista. Aquellos que no pueden expresarse en la gran prensa, aquellos movimientos que se ven bloqueados por esta gran prensa, aquellas manifestaciones que son deformadas por la oligarquía de acuerdo con sus intereses y en contra de los intereses de la clase popular; todos ellos deben poseer un órgano de expresión, que vaya cimentando la unidad de la clase popular por encima de las ideologías, por encima de los grupos, por encima de las personas.
En cuanto al sindicalismo se refiere es también importante que la plataforma sea acogida por los diferentes sindicatos. La plataforma no está contra la UTC, ni contra la CTC, ni contra el bloque sindical independiente, ni contra ningún grupo sindical. En donde haya clase popular hay gente nuestra, por eso tenemos que hacer un llamamiento aunque haya habido traición en los dirigentes de cualquier grupo; a nosotros nos interesa mucho más la clase popular traicionada que los malos representantes de esa clase; entonces vamos a aceptar de todos los movimientos sindicales y también de los no sindicalizados que participen en nuestra lucha.
Todo el que pertenezca a la clase popular tiene por derecho propio un puesto en nuestra militancia, nosotros también tenemos a los sindicatos agrarios, a las ligas campesinas, a las juntas de acción comunal, a las comunidades indígenas y todos ellos deben entrar en nuestras filas, todos ellos deben formar la unidad popular alrededor de estos objetivos. Nuestra primera tarea, que quede bien claro, es crear la unidad popular alrededor de objetivos comunes y por eso he insistido tanto en que la plataforma se divulgue y se explique no en la clase dirigente que naturalmente tendrá muchas reservas y encontrará que es una plataforma comunista, como se dice comunista a todo lo que está en contra del orden estatuido, sino en las clases populares.
Nosotros no nos vamos a dejar engañar por esos señuelos, por esos trucos que tiene la clase dirigente, porque ya son muy conocidos; la clase dirigente ha dicho que soy comunista y eso cuando yo estaba en el pleno ejercicio de mis funciones sacerdotales; mucho más lo va a decir ahora aunque yo diga que estoy en pleno acuerdo con la doctrina de la Iglesia, que sigo siendo católico y que nunca dejaré de ser sacerdote "porque cuando uno recibe la ordenación queda sacerdote para toda la eternidad", de manera que me seguirán diciendo comunista y se lo dirán a todos aunque sé declaren cristianos, comulguen diariamente, por el solo hecho de repartir la plataforma.
Les dirán comunistas porque esa es la forma como se defiende la clase dirigente y no vamos a interpretar eso mal porque cada cual se defiende como puede. La clase oligárquica está acorralada y va a utilizar los medios más bajos: por eso los consejos de guerra verbales y por eso el estado de sitio, y vendrán cosas peores, tenemos que estar listos para la represión. Es una clase minoritaria agresiva, que no puede avanzar, que está acorralada, que ha visto el surgimiento de un movimiento popular contra ella, un movimiento que trata de ser serio, de gente entregada, de gente apostólica, de gente de todas las extracciones sociales y encabezado por ahora -ojalá no sea para siempre- por un individuo católico, sacerdote y que por católico y por sacerdote se ha metido de revolucionario. Y esto es un problema grave para la clase minoritaria, utilizarán todo contra mí, y contra los demás que participen, se buscará los medios de ataque más bajos, pero eso tenemos que aceptarlo como algo que está en las reglas del juego, no debemos desconcertarnos, eso lo damos por descontado.
A todos nos van a decir comunistas y como nosotros aceptamos la participación del partido comunista van a tergiversar y van a decir que el partido comunista se va a apoderar del movimiento; pero si nosotros lo que queremos es hacer la revolución, sabemos que los que se apoderen del movimiento serán los que tendrán respuestas más populares y más revolucionarias y los que tengan más valor en la lucha y entonces si se apoderan del movimiento es porque se lo merecen. Vamos a crear una emulación a ver cuál es más revolucionario y no una competencia a ver cómo nos acabamos los unos a los otros, sino quiénes son los líderes más entregados, más capacitados, más listos para la lucha, más sensibles para darle respuesta a la clase popular y el grupo que tenga estos líderes seguramente predominará.
Pero probablemente no será un grupo único, un mismo partido sino líderes de varios grupos en donde alineados y no alineados, políticos y apolíticos, todos en una tremenda emulación de generosidad y de entrega trabajarán para ayudar a nuestra patria. Y todos trabajando con firmeza en base a una plataforma que tenga las características que dijimos, divulgándola, explicándola, haciendo que la base la estudie para llenar así la primera condición necesaria en toda revolución: conciencia popular común, objetivos comunes para la clase popular.
Tendremos que lograr esto rápidamente; para distribuirla, para explicarla, tenemos que organizar brigadas; la segunda condición es la organización. Porque para que nuestro movimiento no sea demagógico tenemos que comprender cada punto concretamente: ¿ Qué queremos en cuanto a la Reforma Agraria, qué en cuanto a la tributación, qué en cuanto a la política petrolera y a reforma urbana, qué en cuanto a relaciones internacionales? Debemos ser un movimiento de enseñanza en el cual cada uno de los miembros del movimiento sea un maestro de la revolución, sea un hombre que esté explicando punto por punto, para que el conocimiento de los problemas sea claro y sólido; porque ustedes saben que los grupos se entusiasman por un momento pero es necesario además que las cosas queden.
Las convicciones profundas adquiridas tal vez en el rincón de una tienda o en el campo, alumbrándose con una vela, estudiando esta plataforma, explicándola y formando esta conciencia común, nos van a crear la fuerza indestructible de la unión alrededor de las ideas y cuando un pueblo se une alrededor de una idea es indestructible.
Pero no basta la unión por sí sola, es necesaria la organización. Hasta ahora las organizaciones políticas colombianas se han venido haciendo de arriba hacia abajo; es la clase dirigente, la minoría privilegiada la que va imponiendo las consignas políticas, los directorios, las listas electorales de arriba hacia abajo y esto ha sucedido desde la época de la independencia que fue un movimiento manejado por los criollos, los oligarcas de esa época, y la revolución de la independencia nos separó de España pero no acabó con la oligarquía local, por eso la obra de Bolívar está sin terminar, porque nosotros salimos dc la dependencia de España para caer en la de Estados Unidos, con el agravante de que en esta nueva dependencia saca tajada la clase dirigente y por eso la propicia x' la defiende en contra de los intereses de las clases mayoritarias.
Nosotros continuamos con una clase minoritaria dirigiéndonos y esa clase minoritaria ideó una organización política apta y eficaz para controlar a la clase popular; esa organización política está constituida por nuestros policlasistas, es decir formados por diferentes clases, desde la clase minoritaria que está en la cima hasta la clase popular que está en la base. Aquí en una época todo el mundo tenía que llamarse o liberal o conservador y esto era un instrumento de control de las minorías sobre las mayorías, porque cuando la división entre liberales y conservadores dejó de corresponder a una concepción política diferente, a una situación económica diferente, cuando liberales y conservadores no comenzábamos a distinguirnos sino por el sentimiento y la tradición, entonces ¿ qué significaban los partidos políticos?
Significaban y significan la división de la clase popular por motivos sentimentales y tradicionales; se instigó el sectarismo y el pueblo de un partido se entregó a matar al pueblo del otro partido sin saber por qué. Por eso nuestra violencia hasta ahora no ha sido una violencia revolucionaria, porque la violencia fue entre los hermanos de la clase popular y un instrumento dc la clase dirigente. Y tan es así que en la violencia no cayeron las grandes cabezas sino que en esta cuota de sectarismo, la cuota de sangre en esa lucha fratricida la puso la clase popular. Esa es una prueba que esas luchas entre liberales y conservadores no eran luchas en las cuales estuviera comprometida la clase dirigente.
Los partidos políticos en Colombia han sido entonces instrumentos de división en bases sentimentales y tradicionales, útiles para la clase dirigente porque para ella lo más peligroso es que la clase popular llegue a organizarse en base a objetivos racionales y técnicos. Por eso la clase dirigente ha temblado con la aparición de la plataforma, porque la plataforma plantea una organización de la clase popular, y no en bases sentimentales y tradicionales, sino en bases racionales y éstas van a ser de toda la clase popular contra la clase dirigente.
Tenemos entonces por qué la participación en las elecciones y el tratar de predicar esta participación con cualquier pretexto aunque sea con el pretexto más revolucionario, con el pretexto de que las elecciones son ocasión de entrar en contacto con el pueblo, es contraproducente y sigue dividiendo al pueblo. Porque actualmente para participar en las elecciones la única alternativa efectiva es alinearse en una de las dos corrientes y si nosotros con palabras pedimos la unidad del pueblo y al mismo tiempo le decimos que participe en las elecciones, con los hechos lo estamos dividiendo, le estamos diciendo a las clases populares que se alineen como conservadores o como liberales y no vamos a borrar con las palabras lo que estamos manifestando con los hechos porque los hechos son la división del pueblo, la clasificación del pueblo, de acuerdo con los partidos tradicionales y la incitación a que el pueblo vote como liberal o como conservador para que pueda reinar la clase dirigente. Y esos hechos no los podemos borrar diciéndole al pueblo que debe unirse siendo que invitarlo a votar es dividirlo.
La manera de dividir es insistiendo en los partidos tradicionales y por eso mientras las elecciones estén fundadas en el bipartidismo, en dos partidos solamente, deben considerarse como un instrumento fundamentalmente antirrevolucionario, porque es un instrumento de división de la clase popular. Debemos ver entonces que es un sistema político policlasista, de arriba hacia abajo, por el cual se reúne el directorio liberal y el directorio conservador y promueven una serie de asambleas departamentales, totalmente prefabricadas, a las cuales no pueden venir delegados que estén en contra de estos directorios y en donde no podrán ser elegidos para las listas electorales sino aquellos que estén totalmente sometidos al directorio nacional y lo mismo sucede en las asambleas municipales de los partidos, de manera que tenemos una pirámide de control de arriba hacia abajo, ya que las clases mayoritarias no están al lado de las clases minoritarias sino encima de ellas y por eso los partidos tradicionales policlasistas parten en apariencia a las clases minoritarias y parten de verdad a las clases mayoritarias.
La pirámide de control de arriba hacia abajo establece elementos de conformismo con la minoría política que ordena desde la capital pero que está sumisa a la clase económica y por consiguiente es un instrumento de la clase económica para manejar el país. Entonces veamos cómo, con la división en partidos políticos tradicionales, la clase económica maneja a las mayorías populares por medio de las clases políticas, que se imponen de arriba hacia abajo.
De tal manera que para organizar a las clases populares con el fin de que puedan tomarse el poder hay que hacer lo contrario de lo que hace la clase dirigente.
A mí se me ha querido insistir mucho en que con los elementos que no están alineados en partidos políticos, con los independientes que han querido entrar en este movimiento, con intelectuales, profesionales, gente de gran reputación en el país, formemos un núcleo que sea el que vaya a dirigir las campañas del Frente Unido y nosotros hemos formado un núcleo con gente quizás no muy importante en comparación con lo que es aceptado comúnmente como importante por nuestra oligarquía o nuestra gran prensa: pero este grupo en ninguna forma se está considerando representativo de las mayorías, de la misma manera que no me considero como representativo de las mayorías; la aspiración que tengo y que tiene el grupo que me acompaña es la de que seamos aceptados como servidores de esas mayorías, como servidores del Frente Unido.
Esto es lo primero que debemos hacer distinto de lo que hacen las clases dirigentes: no imponerle dirigentes a las mayorías porque nosotros creemos que también en la forma de organizar el movimiento del Frente Unido tenemos que ser revolucionarios y cambiar este sistema de estar imponiendo cosas de arriba hacia abajo. Vamos a tratar ahora de que la organización venga de abajo hacia arriba; no vamos a repetir la carrera de los partidos tradicionales, no vamos a seguir con esta dependencia a la clase dirigente que sistemáticamente ha traicionado al país y los ideales nacionales. Vamos a elegir a nuestros dirigentes; pero para eso necesitamos comenzar con una organización de base; vamos entonces a emplear la plataforma como el primer motivo de organización, después vamos a emplear el periódico; la financiación, la distribución, las contribuciones para el periódico irán formando núcleos en la base y como el periódico va a llegar a todas partes, regaremos nuestros campos, nuestras veredas de núcleos de base popular, que estén estudiando la plataforma, que estén repartiendo el periódico y vamos a extender esto por todos nuestros barrios obreros y en nuestras fábricas; en cada sección de cada fábrica, en cada clase de cada colegio, en cada curso de cada Universidad, vamos a tener gente organizada en el estudio y divulgación de la plataforma y en el estudio y distribución del periódico.
Después de esto diremos: "bueno, ¿ pero la organización revolucionaria va a quedarse en divulgar unos papelitos y estudiar unas cuantas ideas?", no. ¿Para qué es la organización? ¿Cuál es nuestro fin último? Eso no lo podemos nunca perder de vista, o si no estaríamos traicionando también el género del movimiento que vamos a establecer. ¿ Para qué es esta organización? Es para la toma del poder. Pero la primera alternativa en la organización se refiere a los dirigentes: o comenzamos con una organización paternalista de arriba hacia abajo, con núcleos impuestos, que pertenezcan a la misma clase dirigente, en donde se nos van a infiltrar todos esos elementos burgueses a quienes les gusta figurar pero que después no van a trabajar, a quienes les gusta aparecer y después le dan puñalada al movimiento popular para que el movimiento popular no ataque a sus intereses de grupo, o bien por el contrario logramos que los dirigentes salgan de las mayorías populares.
Digamos que yo actualmente forme un comité de burgueses. Porque la clase dirigente minoritaria se las ha arreglado para no dejar surgir líderes populares y tenemos que esperar a que aparezcan buenos líderes populares. Entonces no pensemos en organizaciones en la cima, sino en la base, y cuando ella tenga una conciencia común veremos la mejor forma de distribuirla y agruparla.
Una vez que se decida la forma de agrupación de las mayorías que forman el Frente Unido empezarán a salir los líderes quizá por municipios, o por barrios, o por veredas, o por fábricas, será una representatividad que puede llegar a ser departamental y entonces de esos representantes elegidos y controlados por ustedes, elegidos y controlados por la clase popular formaremos un comité nacional del Frente Unido.
Entonces podremos decir que ese será un aparato democrático y que no vamos a entrar por las líneas tradicionales de hacer cosas de arriba hacia abajo sino que las cosas para hacer serán por iniciativa que viene de abajo hacia arriba.
Cuando tengamos esa organización representativa desde las veredas hasta la capital y sea un movimiento con un amplio respaldo popular unido y disciplinado entonces sí nos podremos tomar el poder; porque en ese momento podremos controlar las elecciones y si no nos permiten las elecciones recurriremos a cualquier otro medio pero nos tomaremos el poder.
Se me ha dicho muchas veces que predico la revolución violenta; pero es interesante saber por qué la clase dirigente me hace aparecer como defensor de una revolución violenta. Ustedes se han dado cuenta de que mis planteamientos se reducen a que las mayorías ejerzan el poder, para que las decisiones gubernamentales sean en favor de las mayorías '~' no de las minorías. Y como todos sabemos que esto no es fácil yo he dicho que debemos prepararnos para el caso de que las minorías se opongan por medio de la violencia a que las clases mayoritarias ejerzan el poder. Y sin embargo ustedes ven las publicaciones de la gran prensa e inclusive las reacciones de la jerarquía eclesiástica que me ha condenado dizque porque estoy defendiendo la revolución violenta. ¿ Qué es lo que sucede entonces con la clase dirigente?
Que ella sabe que quien va a definir sobre la pacificidad, es decir el que la revolución sea pacífica o el que la revolución sea violenta, es ella. La decisión no está en las manos de la clase popular sino en manos de la clase dirigente. Y como la clase popular comienza a organizarse valerosamente, con disciplina, con decisión, y como nosotros no nos estamos organizando para las elecciones entonces se apresura a decir que estamos organizando la revolución violenta.
Entonces es la manifestación de que la clase dirigente minoritaria tiene la intención de desatar la violencia contra la clase mayoritaria, de que se va a oponer por la violencia a las reformas justas que exige la clase popular mayoritaria.
Pero la violencia se hace con armas, con granadas, con tanques, con una cantidad de medios costosos de los cuales no disponen las clases populares, por eso los que deciden sobre la violencia son quienes pueden costearla. Un campesino no venderá una vaca que le da leche para sus hijos con el fin de comprar una ametralladora sino en el caso extremo de que haya personas que van a acabar con la vida de sus hijos con otra ametralladora. De manera que si el campesinado se arma. ¿por qué lo hará? ¿De quién va a defenderse?
Ahora nos organizamos alrededor de unas ideas comunes, formamos un gran movimiento popular, vamos hacia la toma del poder y la clase dirigente se rasga las vestiduras como los fariseos; porque son hipócritas, porque después de que ellos han ejercido la violencia no tienen ningún derecho a acusar a las clases mayoritarias de querer usar la violencia y mucho menos cuando las clases mayoritarias la han sufrido durante dieciséis anos y desean sinceramente que no se reanude.
Entonces tenemos que destapar estas cosas ante los ojos de los colombianos y mostrarles por qué nosotros tenemos que estar decididos a luchar hasta las últimas consecuencias, a no dar un paso atrás: porque el enemigo, por lo que se ha manifestado, está resuelto a todo y si nosotros no estamos resueltos a todo, estamos en condiciones de inferioridad; por eso nosotros iremos a la toma del poder. Si la clase minoritaria no nos permite tomar el poder -cosa fundamentalmente antidemocrática ya que si x amos a constituir una mayoría, si somos una mayoría y si creernos en la democracia, merecemos el poder- si llega a profanar la democracia colombiana ejerciendo la violencia, es necesario que sepa que nosotros estamos listos a contestar con fuerza la fuerza.
Si nosotros somos representantes de la clase popular o queremos serlo; si nosotros queremos formar ese movimiento de unidad; si se nos presenta la necesidad de definir nuestra actitud ante la violencia; si debemos dar respuesta a todas estas cosas, tenemos que plantearlo muy claramente:
No queremos la violencia, no queremos la fuerza, queremos el poder para las mayorías.
Y por eso, si se nos pregunta si este movimiento es democrático, contestamos: es esencialmente democrático porque la democracia no consiste en hacer un aparato electoral, una comedia electoral que le dé el poder a las mayorías, la democracia consiste en que las mayorías organizadas
puedan ejercer el poder.
Vamos entonces a dedicarnos a esa labor, nosotros mismos tenemos que hacerlo, tenemos que salir de estas conferencias con esta consigna: que cada uno de nosotros trate de buscar su plataforma y de agruparse con los amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo, con los vecinos del barrio para estudiarla, y para divulgarla y que cada uno de ellos trate de hacer lo mimo, y después esos grupos distribuirán el periódico y luego comenzaremos a buscar la representación de la base hacia arriba, y constituiremos una organización popular en marcha.
Una organización popular que debe constituirse rápidamente, que sepa llevar las consignas y transformarlas en hechos, que al lanzar la consigna por ejemplo de la abstención, la organización la haga conocer, la explique; que el pueblo sepa por qué no vamos a las urnas, porque no nos plegamos al juego del enemigo, porque no colaboramos en la división del pueblo, en liberales y en conservadores, porque estimamos que esa división es una división de la clase popular irracional, división de los intereses mayoritarios, en la cual no vamos a colaborar.
Y obtendremos una abstención activa, será un pueblo que se levanta para decir NO una vez más: será un pueblo que, como un solo hombre, demostrará a ese régimen que sigue siendo superior a sus dirigentes y que es capaz de adoptar actitudes colectivas, actitudes masivas para salvar el país del abismo en el que esa clase dirigente lo ha sumergido.