Para dialogar sobre Camilo Torres Restrepo se nos exige una actitud mental nueva. Su gesto es demasiado apremiante, casi hostil. Su mensaje es tremendamente agresivo e inaudito.
Camilo es nada, para quien no lo viva. Aún más: conviértese en algo monstruoso si no se llega hasta el fondo de su individualidad humana. Solo así se le encuentra sentido a su vida y a su acción.